jueves, 15 de diciembre de 2011

Sonrisa

Un amanecer puede provocarte una calidez interior inconmensurable, incomparable a otra sensación, y siempre sin saber porque, Es un momento de evasión, de desconcierto mezclado con simplicidad. Hay momentos, a veces muy reducidos, que te permiten vaciar tu mente,
dejarla en blanco y simplemente no pensar. Te hacen reír sin complicaciones, sin necesidad de un esfuerzo extra por tu parte. En cambio, hay momentos opuestos a éste, te hacen sacar tu más falsa sonrisa, pero a veces lo que más te desconcierta, es lo buena que puede llegar a ser tu máscara, que a veces más que máscara, es un caparazón donde escondes la cabeza cuando sientes que te vas a romper. Y aún con tu mayor esfuerzo, se te escapa, se te desvanece, como algo escrito en la orilla de la playa, al pasar la ola del mar por encima, borra todo a su paso, como si no hubiera estado nunca ahí, solo han sido imaginaciones tuyas. Eso es lo que pasa con las sonrisas falsas, parecen que están ahí cuando las necesitas, pero a veces tu fuerza no es suficiente, y se difuminan poco a poco hasta que no puedes usar otra, como si ya hubieras agotado todas las que tenias. Incluso hay momentos en los que supones que tienes la sonrisa puesta, pero en realidad estas muy seria, y solo te das cuenta cuando alguien te pregunta, ¿estás bien?, y justo al acabar de formular esa pregunta, tu enciendes inconscientemente el interruptor, y la sonrisa falsa aparece de nuevo. Es como si en realidad no estuvieras engañando a nadie, solo a ti misma, y al darte cuenta de eso, duele. Y el pensar que no siempre tendrás una sonrisa falsa que usar, desilusiona. Pero el que más desilusiona, es saber que en algún momento de tu vida vas a tener que enfrentarte al dolor, quieras o no. Pero da miedo, no sabes cuán grande puede ser.

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